sábado, 16 de diciembre de 2006

'Borat' y sus demandas: el curso del falso documental




Por Lulú Sánchez
Mientras la hilarante y embarazosa comedia Borat continúa dominando el mundo y recaudando millones en las taquillas, sus demandantes aguardan turno en las filas de los juzgados.
Recientemente tuvo lugar en Nueva York la primera audiencia judicial contra 20th Century Fox, productora del falso documental del cómico británico Sacha Barón Cohen (mejor conocido como Borat), correspondiente a la demanda levantada por tres rumanos del pueblo de Glod, donde se rodaron algunas de las escenas de la cinta, por estafa, engaño y humillación en el rodaje.

A la demanda de 30 millones de dólares de estos rumanos se suman hasta ahora otras tres: de la cantante macedonia Esma Rexhpova quien asegura que fueron usadas dos de sus canciones en la cinta sin su consentimiento; del hombre que alega haber sido importunado por Borat en el baño de un lujoso restaurante; y la del Centro Europeo para el Estudio del Antiziganismo de Hamburgo por instigación al odio racial.
Esto sin considerar la presentada por dos estudiantes que alegaban que la productora les invitó a beber alcohol antes de hacer firmar el contrato, además de que les aseguraban que era un documental que se transmitiría sólo en Kazajistán y que fue desestimada por el juez Joseph Biderman quien aseguró que estos jóvenes no demostraron el mérito a su denuncia.

Engaño, falta a los derechos de autor e instigación a una serie de ofensas a distintos sectores de la sociedad conforman el estuche de monerías que hasta hace unas semanas había recaudado 112 millones de dólares tan sólo en las taquillas de Canadá y Estados Unidos, desde su estreno en la última semana de noviembre.

Protagonistas de un engaño
Los tres primeros demandantes, Nicolae Todorache, Spiridon Ciorobea y Nicolae Staicu pertenecen a la comunidad gitana en la que se rodó parte de la película. Staicu dijo que levantó su demanda en nombre de la comunidad gitana de Glod por engaño y humillación. Según Staicu, un abogado de las productoras de Borat lo contactó y le ofreció un arreglo extrajudicial. Ciorobea y Todorache aseguraron que les dijeron que se trataba de una película documental, no informaron que se trataba de una película de ficción que se iba a burlar de ellos. Ciorobea es presentado como soldador y ginecólogo de abortos, mientras Todorache aparece como violador.

El hombre que fue importunado en el baño asegura que el comediante británico se hizo pasar por un encargado del baño del Ristorante Divino, en Carolina del Sur, invadiendo su privacidad y mirándolo fijamente mientras usaba el urinario. Y aunque esta escena no aparece en la película si fue televisada en Comedy Central y publicada en Internet.

En cuanto a la demanda de los estudiantes, fue el segundo intento de demandar a la productora, tras fracasar en el intento de detener el estreno del filme en el que los dos estudiantes, acompañados de un tercero que no se sumó a la demanda, están visiblemente embriagados y realizan comentarios racistas y machistas mientras son entrevistados por el supuesto periodista de Kazajistán.

Impacto en la crítica
La comedia, que gira en torno al supuesto reportero de televisión más importante de Kazajistán (de perfil racista, antisemita y homofóbico –Borat-) en su viaje por Estados Unidos, saca a relucir los prejuicios de la sociedad estadounidense.

Y aunque quizá su único mérito sea haber inaugurado el género de “falso documental”, a la fecha se considera que Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan –nombre original de la cinta- es considerada una pieza indispensable en el acervo de cualquier crítico de cine.

¿Será el impacto mediatico el que influencia a la crítica para hacer esta afirmación?, ¿es en verdad Borat una pieza importante para el cine?. Lo único que ahora se puede afirmar es que las demandas siguen su curso, Borat continúa sumando tanto adeptos como detractores y enloqueciendo a los amantes del humor.

sábado, 9 de diciembre de 2006

'El camino de los ingleses': búsqueda personal a ritmo de poesía audiovisual




Por María Elena Vallés

Dicen por ahí que las adaptaciones cinematográficas desmerecen siempre de las “madres literarias” que las originaron. El caso es que El camino de los ingleses creo que no es una excepción en la historia del cine, porque si no, es imposible comprender por qué la novela de Antonio Soler fue premiada con el Nadal hace dos años -aunque uno ya no puede fiarse tampoco de los galardones literarios. Si no, que se lo digan a María de la Pau Janer y a su Planeta.

Lanzados ya los dardos envenenados, algo que sí que hay que apuntar son algunos aciertos y buenas intenciones de su director, Antonio Banderas. El malagueño parece que se ha empapado del cine de la Nouvelle Vague en algunas escenas de la película, teñidas de un estilo frío, bello y distante para crear atmósferas de rareza. Los símbolos poéticos están muy presentes en la cinta y en este sentido es fiel con la carga de imágenes que también contiene la novela inspiradora de la película. El problema estriba en la saturación de esas imágenes y en el hecho de que en algunos momentos es difícil encontrarles una justificación. Su gratuidad a veces se hace demasiado evidente. Las ensoñaciones de Miguelito (Alberto Amarilla) en el hospital pueden llegar a hartar al espectador en algunos momentos, aunque no deja de ser cierto que Antonio ha demostrado que realmente sabe filmar y que gestiona a la perfección la luz que ilumina los espacios de su Málaga natal.

Guiños intertextuales también se dispersan por el segundo trabajo de Banderas: el primer plano de las flores y la cámara lenta del principio traen a la memoria las primeras escenas de Blue Velvet de David Lynch, aunque indudablemente éste justifica mucho mejor que Antonio los símbolos que encontramos dentro de sus filmes.

La coherencia del texto audiovisual se hace patente no sólo en la técnica usada y en el montaje, sino que también está en consonancia con la trama, que cuenta la historia de Miguel Dávila y su grupo de amigos. El argumento se hilvana en torno al paso de la adolescencia a la madurez de esta cuadrilla en el contexto de Málaga en los años 70. El acierto estriba en que en la película no hay alusiones a las convulsiones políticas de la época. No se trata de un filme neorrealista sino que, siguiendo con esa estética abstracta, parece que los personajes han quedado aislados en una burbuja atemporal, que es ese verano que va a cambiar sus vidas. Y todo ello, hecho desde el simbolismo poético del destino de la vida, sin meterse demasiado en el drama, manteniendo siempre las distancias gracias a uno de los personajes que hace de puente y mediador entre ese grupúsculo de amigos y el espectador: el Garganta (Fran Perea), que no es más que un chico del barrio que quiere ser locutor de radio y que va plasmando la historia de los chavales jugando con el don de la palabra.

Citando textualmente a Antonio Banderas: “El camino de los ingleses es el camino de la memoria, de las pasiones tempranas y de las preguntas sin respuesta”. Todo un ejercicio de profundización en historias de búsqueda personal a ritmo de poesía audiovisual.

domingo, 3 de diciembre de 2006

¿Qué tal con el nuevo Bond?


Por Carolina Braga

Se pasa con el Hombre Araña, Batman, Hulk, Superman, pero con Bond, James Bond, la especulación en torno al nombre del actor que tendrá la licencia 007 parece siempre más pesada. Que lo diga Daniel Craig. El nuevo agente secreto se ha debatido con la expectativa y las críticas todavía tempranas por la elección de su nombre. Incluso en Internet sus detractores han llegado a crear la página Craig is not Bond para condenarle. Al mejor estilo Bond, con elegancia, Daniel Craig contesta a todos con su trabajo y lo hace muy bien.

Además del fanatismo que cerca a Bond, hay que decir que el personaje trae características de un “héroe” particular: tiene gustos sofisticados, le encantan las bebidas, es egocéntrico, un poco arrogante, frío, elegante y, claro, seductor. Así que no es fácil encontrar la cara ideal a ese perfil ya trajeado por Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton y Pierce Brosnan. ¿Y qué tal el nuevo dueño?

Bueno, el primer Bond rubio no es tan elegante ni guapo como Brosnan, pero es tan completo como el Sr. Connery y además con bellos ojos azules, músculos y un verdadero talento como actor. En el mundo de la crítica del cine profesional han dicho que es la mejor defensa del personaje hasta hoy. ¿Será cierto?

Hay un poco de exageración en eso, pero en Casino Royale es perceptible la entrega de un intérprete al personaje y eso marca diferencia. Estamos delante de una nueva fase en la ya larga trayectoria del agente secreto, con 21 películas y más de 40 años en nuestras pantallas.

Nacido en Inglaterra, Daniel Wroughton Craig, es una de las caras más conocidas del teatro británico. Empezó en el tablado a los 14, pero debutó en el cine a los 24 en The Power of One (1992). Desde entonces se convirtió en un operario del séptimo arte: ha hecho 28 películas y otros tantos episodios para televisión.

En la filmografía de Craig son muchos los títulos conocidos. Sylvia y Infamous que hizo con Gwineth Paltrow; The Jacket con el oscarizado Adrian Brody y la joven Keira Knightley; Road to Perdition con Tom Hanks y Munich en la cual fue dirigido por Steven Spielberg.

Son trabajos muy diferentes, pero en todos ellos, se fijarán en la actuación de Craig, verán una fuerza, no estrictamente física, pero sí interpretativa. Hay algo distinto en su mirada y eso marca diferencias en el cine, un arte que depende de una intimidad con los espectadores, pero esa intimidad es forjada, virtual, hecha de detalles pequeños.
James Bond tiene características y hábitos claros, pero su personalidad guarda misterios. Nada mejor que una sencilla mirada para revelar que, más allá de la fuerza y elegancia, el cinismo hace diferencia en aquél que tiene la licencia para matar. ¿Y cómo se representa algo tan abstracto en el cine? Mira a Daniel Craig y luego lo entenderás.