sábado, 16 de diciembre de 2006

'Borat' y sus demandas: el curso del falso documental




Por Lulú Sánchez
Mientras la hilarante y embarazosa comedia Borat continúa dominando el mundo y recaudando millones en las taquillas, sus demandantes aguardan turno en las filas de los juzgados.
Recientemente tuvo lugar en Nueva York la primera audiencia judicial contra 20th Century Fox, productora del falso documental del cómico británico Sacha Barón Cohen (mejor conocido como Borat), correspondiente a la demanda levantada por tres rumanos del pueblo de Glod, donde se rodaron algunas de las escenas de la cinta, por estafa, engaño y humillación en el rodaje.

A la demanda de 30 millones de dólares de estos rumanos se suman hasta ahora otras tres: de la cantante macedonia Esma Rexhpova quien asegura que fueron usadas dos de sus canciones en la cinta sin su consentimiento; del hombre que alega haber sido importunado por Borat en el baño de un lujoso restaurante; y la del Centro Europeo para el Estudio del Antiziganismo de Hamburgo por instigación al odio racial.
Esto sin considerar la presentada por dos estudiantes que alegaban que la productora les invitó a beber alcohol antes de hacer firmar el contrato, además de que les aseguraban que era un documental que se transmitiría sólo en Kazajistán y que fue desestimada por el juez Joseph Biderman quien aseguró que estos jóvenes no demostraron el mérito a su denuncia.

Engaño, falta a los derechos de autor e instigación a una serie de ofensas a distintos sectores de la sociedad conforman el estuche de monerías que hasta hace unas semanas había recaudado 112 millones de dólares tan sólo en las taquillas de Canadá y Estados Unidos, desde su estreno en la última semana de noviembre.

Protagonistas de un engaño
Los tres primeros demandantes, Nicolae Todorache, Spiridon Ciorobea y Nicolae Staicu pertenecen a la comunidad gitana en la que se rodó parte de la película. Staicu dijo que levantó su demanda en nombre de la comunidad gitana de Glod por engaño y humillación. Según Staicu, un abogado de las productoras de Borat lo contactó y le ofreció un arreglo extrajudicial. Ciorobea y Todorache aseguraron que les dijeron que se trataba de una película documental, no informaron que se trataba de una película de ficción que se iba a burlar de ellos. Ciorobea es presentado como soldador y ginecólogo de abortos, mientras Todorache aparece como violador.

El hombre que fue importunado en el baño asegura que el comediante británico se hizo pasar por un encargado del baño del Ristorante Divino, en Carolina del Sur, invadiendo su privacidad y mirándolo fijamente mientras usaba el urinario. Y aunque esta escena no aparece en la película si fue televisada en Comedy Central y publicada en Internet.

En cuanto a la demanda de los estudiantes, fue el segundo intento de demandar a la productora, tras fracasar en el intento de detener el estreno del filme en el que los dos estudiantes, acompañados de un tercero que no se sumó a la demanda, están visiblemente embriagados y realizan comentarios racistas y machistas mientras son entrevistados por el supuesto periodista de Kazajistán.

Impacto en la crítica
La comedia, que gira en torno al supuesto reportero de televisión más importante de Kazajistán (de perfil racista, antisemita y homofóbico –Borat-) en su viaje por Estados Unidos, saca a relucir los prejuicios de la sociedad estadounidense.

Y aunque quizá su único mérito sea haber inaugurado el género de “falso documental”, a la fecha se considera que Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan –nombre original de la cinta- es considerada una pieza indispensable en el acervo de cualquier crítico de cine.

¿Será el impacto mediatico el que influencia a la crítica para hacer esta afirmación?, ¿es en verdad Borat una pieza importante para el cine?. Lo único que ahora se puede afirmar es que las demandas siguen su curso, Borat continúa sumando tanto adeptos como detractores y enloqueciendo a los amantes del humor.

sábado, 9 de diciembre de 2006

'El camino de los ingleses': búsqueda personal a ritmo de poesía audiovisual




Por María Elena Vallés

Dicen por ahí que las adaptaciones cinematográficas desmerecen siempre de las “madres literarias” que las originaron. El caso es que El camino de los ingleses creo que no es una excepción en la historia del cine, porque si no, es imposible comprender por qué la novela de Antonio Soler fue premiada con el Nadal hace dos años -aunque uno ya no puede fiarse tampoco de los galardones literarios. Si no, que se lo digan a María de la Pau Janer y a su Planeta.

Lanzados ya los dardos envenenados, algo que sí que hay que apuntar son algunos aciertos y buenas intenciones de su director, Antonio Banderas. El malagueño parece que se ha empapado del cine de la Nouvelle Vague en algunas escenas de la película, teñidas de un estilo frío, bello y distante para crear atmósferas de rareza. Los símbolos poéticos están muy presentes en la cinta y en este sentido es fiel con la carga de imágenes que también contiene la novela inspiradora de la película. El problema estriba en la saturación de esas imágenes y en el hecho de que en algunos momentos es difícil encontrarles una justificación. Su gratuidad a veces se hace demasiado evidente. Las ensoñaciones de Miguelito (Alberto Amarilla) en el hospital pueden llegar a hartar al espectador en algunos momentos, aunque no deja de ser cierto que Antonio ha demostrado que realmente sabe filmar y que gestiona a la perfección la luz que ilumina los espacios de su Málaga natal.

Guiños intertextuales también se dispersan por el segundo trabajo de Banderas: el primer plano de las flores y la cámara lenta del principio traen a la memoria las primeras escenas de Blue Velvet de David Lynch, aunque indudablemente éste justifica mucho mejor que Antonio los símbolos que encontramos dentro de sus filmes.

La coherencia del texto audiovisual se hace patente no sólo en la técnica usada y en el montaje, sino que también está en consonancia con la trama, que cuenta la historia de Miguel Dávila y su grupo de amigos. El argumento se hilvana en torno al paso de la adolescencia a la madurez de esta cuadrilla en el contexto de Málaga en los años 70. El acierto estriba en que en la película no hay alusiones a las convulsiones políticas de la época. No se trata de un filme neorrealista sino que, siguiendo con esa estética abstracta, parece que los personajes han quedado aislados en una burbuja atemporal, que es ese verano que va a cambiar sus vidas. Y todo ello, hecho desde el simbolismo poético del destino de la vida, sin meterse demasiado en el drama, manteniendo siempre las distancias gracias a uno de los personajes que hace de puente y mediador entre ese grupúsculo de amigos y el espectador: el Garganta (Fran Perea), que no es más que un chico del barrio que quiere ser locutor de radio y que va plasmando la historia de los chavales jugando con el don de la palabra.

Citando textualmente a Antonio Banderas: “El camino de los ingleses es el camino de la memoria, de las pasiones tempranas y de las preguntas sin respuesta”. Todo un ejercicio de profundización en historias de búsqueda personal a ritmo de poesía audiovisual.

domingo, 3 de diciembre de 2006

¿Qué tal con el nuevo Bond?


Por Carolina Braga

Se pasa con el Hombre Araña, Batman, Hulk, Superman, pero con Bond, James Bond, la especulación en torno al nombre del actor que tendrá la licencia 007 parece siempre más pesada. Que lo diga Daniel Craig. El nuevo agente secreto se ha debatido con la expectativa y las críticas todavía tempranas por la elección de su nombre. Incluso en Internet sus detractores han llegado a crear la página Craig is not Bond para condenarle. Al mejor estilo Bond, con elegancia, Daniel Craig contesta a todos con su trabajo y lo hace muy bien.

Además del fanatismo que cerca a Bond, hay que decir que el personaje trae características de un “héroe” particular: tiene gustos sofisticados, le encantan las bebidas, es egocéntrico, un poco arrogante, frío, elegante y, claro, seductor. Así que no es fácil encontrar la cara ideal a ese perfil ya trajeado por Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton y Pierce Brosnan. ¿Y qué tal el nuevo dueño?

Bueno, el primer Bond rubio no es tan elegante ni guapo como Brosnan, pero es tan completo como el Sr. Connery y además con bellos ojos azules, músculos y un verdadero talento como actor. En el mundo de la crítica del cine profesional han dicho que es la mejor defensa del personaje hasta hoy. ¿Será cierto?

Hay un poco de exageración en eso, pero en Casino Royale es perceptible la entrega de un intérprete al personaje y eso marca diferencia. Estamos delante de una nueva fase en la ya larga trayectoria del agente secreto, con 21 películas y más de 40 años en nuestras pantallas.

Nacido en Inglaterra, Daniel Wroughton Craig, es una de las caras más conocidas del teatro británico. Empezó en el tablado a los 14, pero debutó en el cine a los 24 en The Power of One (1992). Desde entonces se convirtió en un operario del séptimo arte: ha hecho 28 películas y otros tantos episodios para televisión.

En la filmografía de Craig son muchos los títulos conocidos. Sylvia y Infamous que hizo con Gwineth Paltrow; The Jacket con el oscarizado Adrian Brody y la joven Keira Knightley; Road to Perdition con Tom Hanks y Munich en la cual fue dirigido por Steven Spielberg.

Son trabajos muy diferentes, pero en todos ellos, se fijarán en la actuación de Craig, verán una fuerza, no estrictamente física, pero sí interpretativa. Hay algo distinto en su mirada y eso marca diferencias en el cine, un arte que depende de una intimidad con los espectadores, pero esa intimidad es forjada, virtual, hecha de detalles pequeños.
James Bond tiene características y hábitos claros, pero su personalidad guarda misterios. Nada mejor que una sencilla mirada para revelar que, más allá de la fuerza y elegancia, el cinismo hace diferencia en aquél que tiene la licencia para matar. ¿Y cómo se representa algo tan abstracto en el cine? Mira a Daniel Craig y luego lo entenderás.

jueves, 30 de noviembre de 2006

'Can't stop': posmodernidad a ritmo de rock


Por Anna Sánchez

Según Mark Romanek: “El videoclip es la suma de cine y cultura pop, son como pequeños cortos, la mayoría de ciencia ficción”. Por eso he querido incluir el primer videoclip del blog.

De que Romanek es un genio no hay duda. Can’t stop es sólo una más de las obras que lo demuestran. El vídeo de Red Hot Chili Peppers transporta al espectador a un mundo surrealista un tanto absurdo e inconexo. Digo “transporta” de manera literal ya que desde el inicio, en una sala vacía de un blanco minimalista y casi clínico, se introduce al espectador a través de un largo tubo. ¿Qué habrá al otro lado? ¿Qué habrá más allá de la sala vacía?… La música empieza y la cámara incrementa la velocidad, sale catapultada hacia el tubo y penetra en su interior, tras unos casi diez segundos de recorrido en 3D típico de las películas espaciales de ciencia ficción, llegamos al final del túnel, y ¿qué encontramos? Lo menos esperado, la cara del cantante de Red Hot Chili Peppers, Anthony Kiedes, con la boca abierta de par en par en actitud cómica. Encima va vestido de traje y con gafas de pasta, cosa que hace que te plantees: ¿qué pinta la cabeza de un intelectualoide dentro de un tubo? ¿Es absurdo o es parte de la locura que el grupo ha demostrado en otros de sus trabajos?
Tras el “mini shock” inicial (que te obliga a quedarte mirando el videoclip), está la presentación del grupo: aparecen los cuatro componentes corriendo y mirando el reloj como si llegaran tarde pero ¿a dónde? Para más inri llevan un fluorescente encendido a la espalda a modo de mochila. Parece que tengan que montar ellos el pequeño escenario que se nos muestra a continuación y que es donde se lleva a cabo toda la performance intercalando imágenes aparentemente inconexas y absurdas como por ejemplo ellos con grandes cabezas de peluche, vestidos de iglú, con perchas en la boca o bolígrafos en la nariz.
Toda esta locura desenfrenada tiene su explicación, como en la gran mayoría de trabajos de Romanek hay un mensaje. Éste hace referencia a la mercantilización del Arte. Los objetos citados con los que interactúa la banda son un homenaje al artista Erwin Wurm y a sus one minute scultures. Esta crítica al mercado artístico se trata bajo la personal óptica de los Red Hot, el humor, la ironía y el absurdo.
Es un videoclip no narrativo pero sin embargo comercial ya que fue el single del álbum. También tiene grandes dosis artísticas así como de vídeo minimalista en cuanto a estética y narcisista en cuanto a los gestos sexuales y agresivos del grupo; por la mezcla de estos estilos, concluyo en que su esencia real es puramente posmoderna.

¡Anímate!: selección de dos cortos de Animatic










Por Anna Sánchez



1. 'Do You Have The Shine?'
Esta magnífica pieza de casi seis minutos de duración es el mero reflejo de la tensión e incluso el miedo que se puede pasar ante una pantalla de televisión (o de ordenador ya que recuerda mucho a un videojuego) a la espera de que llegue ese “final fatal” que se espera entre ansioso y receloso.
Do you have the shine? es un texto ante todo postmoderno e intertextual. Siendo animación creada gráficamente y sin ser un juego de interacción directa, este corto animado acaba cumpliendo la misión de un videojuego. No se debe interactuar mediante joystick u otros accesorios típicos sino que el visionado va más allá de lo clásico para apelar y guiar al espectador mediante acciones. No desvelaré el leit motiv de la pieza pero sí puedo decir que no se puede cerrar los ojos o…

Al igual que en los videojuegos hay unas reglas, una misión y un castigo si fracasas, en este caso tu muerte. No se trata de nada más (ni menos) que de seguir vivo con una serie de sencillos códigos que se te dan al principio de la partida/visionado.
En este sentido, el factor postmoderno de mezcla de soportes (cine de animación y videojuegos) y géneros (misterio, aventura gráfica) está muy latente en lo que dura el corto.
Otro punto a destacar es la intertextualidad. Como su título indica, hace alusión de manera directa a The Shinning, la película de terror del consagrado Stanley Kubrick; dicha intertextualidad y la interacción con el texto llegan a ser tan estrechas que el propio espectador se convierte en Danny, el niño que posee el resplandor en el film, y debe vagar por los pasillos del más que conocido hotel donde sucede la película.

Este "juegometraje", si se me permite el uso del término, es más que recomendable si quieres ya no ver, sino enfrentarte a algo inquietante y novedoso.

2. 'Eat'
Este corto de Bill Plympton aparentemente dibujado con trazos despreocupados y con una banda sonora rozando la lírica desemboca en una historia casi grotesca que tiene lugar en un restaurante parisino.
Sin diálogos entendibles y deformando a los cartoons protagonistas es un corto puramente visual y metafórico que refleja de manera irónica y muy original temas tales como la rutina dentro del matrimonio, el deseo, la ansiedad y la angustia. Sobre todo es un corto que no deja indiferente, te puede incomodar bastante su visionado hasta el punto de no gustarte, pero una cosa está clara y cabe destacarla: esta pieza muestra en dibujos y mediante alimentos (son su parte central) lo que todos hemos pensado alguna vez; ya sea de nuestra pareja, de niños que comen en la mesa de al lado y no dejan de incordiar, de la gente que escupe al hablar o simplemente de las cuentas desorbitadas.
Una obra que recuerda por momentos a la magnífica The meaning of the life en su parte final y que siendo un tanto punzante reclama una atención casi absoluta por parte del espectador.

lunes, 20 de noviembre de 2006

'Brick': cine negro en High School



Por Magí Torras

Si hace un tiempo alguien hubiese comentado que se podía mezclar el cine negro con el juvenil adolescente, muchos se hubiesen echado a reír. Pues Brick es precisamente eso. Una vuelta de tuerca al cine noir, revisando el género y alterando algunos de sus referentes. Si la serie Veronica Mars ya puso los cimientos de lo que podríamos empezar a denominar como teen-noir, Brick se posiciona mucho más. Con el claro referente de las novelas de Dashiell Hammet en su estilo verbal y con una estética de género que recuerda a films como El halcón maltés o Laura, en el universo de Brick la acción se traslada a un instituto del sur de California donde se plantean sus propias reglas y se presentan unos personajes que, aunque rocen la mayoría de edad, recuerdan a algunos de películas ya clásicas.

Brick narra la historia del estudiante Brendan Fryre (Joseph Gordon-Lewitt, Cosas de Marcianos), un joven solitario al que le gusta observar sin involucrarse demasiado. Sin embargo esto cambia cuando su ex novia Emily (Emilie de Ravin, Perdidos) contacta con él y después desaparece de una forma extraña, sin dejar ningún rastro. Decidido a encontrarla, los acontecimientos llevarán a Brendan a descubrir los secretos más oscuros de muchos de los alumnos del inusual instituto. Durante su desesperada búsqueda de culpables por la desaparición de Emily, aparecerán típicos personajes de cine negro como el capo de la droga local o la siempre presente femme-fatale.

Estamos ante un universo surrealista, por supuesto, pero el espectador es consciente de ello desde el principio. Pese a que nos encontramos en un instituto donde no aparecen personajes adultos ni teléfonos móviles, la coherencia argumental del film no se ve dañada en ningún momento. Al contrario, resulta totalmente verosímil que los referentes de esta pandilla de jóvenes estudiantes sean los cubos de Rubik y el Hobbit y J.R.R Tolkien. El director pone sus cartas a la vista desde el principio y es el propio espectador quien decide si quiere adentrarse en su particular universo teen.

Esta ópera prima del cineasta Rian Johnson se ha convertido en su mejor carta de presentación. Con una confesa condición de cine indie (la película ha sido editada en el ordenador del propio director y financiada con 360.000 dólares que provenían de familiares y amigos) ha sido alabada por la crítica de medio mundo, ganando premios en festivales como el de Sundance o Sitges. En definitiva, Brick es un film más que recomendable, de cine negro en un instituto, donde el resultado de la película es tan impactante como el hecho de haber dado forma al concepto en sí.

domingo, 19 de noviembre de 2006

'A Clockwork Orange': ¿exaltación de la violencia o punzante crítica social?



Por Anna Sánchez

La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange) es una de las obras maestras del cine del siglo XX. Este film es la adaptación cinematográfica de la novela de Anthony Burgess. Dirigida magistralmente por Stanley Kubrick y protagonizada por el entonces joven actor inglés Malcolm McDowell, esta sátira social y política se estrenó rodeada de una fuerte polémica debido a su alto contenido violento y sexual. Tanto es así que fue vetada en muchos países -incluyendo España- por los gobiernos de la época. En Inglaterra fue el propio director quien hizo que la retiraran de la cartelera y, tras su muerte, sus familiares mantuvieron la petición.
Kubrick narra la historia de Alex, un adolescente socialmente inadaptado que recurre a la ultraviolencia -peleas continuas, robos, violaciones y de más- como modo de diversión. Alex pretende “reinventar la sociedad”. La película da un giro cuando el protagonista es detenido y sometido por el Estado a un brutal tratamiento para paliar su delincuencia. Los resultados de dicho método -Ludovico se llama el tratamiento- suprimen el libre albedrío despojando a la persona de toda libertad de elección. Los síntomas del experimento llevan a Alex a sentir náuseas frente a cualquier forma de violencia o agresión. Tras esto, ya es una persona aparentemente adaptada a la sociedad pero en realidad no es más que una marioneta en manos del Estado que le usa con fines políticos cuando se acercan elecciones.

El verdadero debate, según el propio director, radica en la siguiente cuestión: ¿Qué es peor, elegir el Mal libremente, o que te impongan el Bien “a cualquier precio”? Para el Estado todo vale con tal de limpiar su imagen de corrupción; no les importa destruir a Alex si eso hace que se rehabilite aunque se convierta en una especie de sub-humano sin libertades, o por lo menos ése es el mensaje que el director pretendía expresar.

La Naranja Mecánica es una joya visual que deleita a los sentidos con su estética surrealista, pop y casi futurista. También cuenta con una banda sonora de excepción formada por grandes mitos de la música clásica como Beethoven. Estos elementos sumados a la impecable actuación de McDowell y el uso de la técnica de Kubrick hacen que esta obra sea irrepetible.

El film trata muy a fondo temas tabú como son el sexo o la violencia, pero lo hace sin caer en el morbo que podrían conllevar; no vemos una gota de sangre ni una escena de sexo explícito más que en una ocasión y a cámara rápida.

A Clockwork Orange era un proyecto arriesgado para el director, pero ha sabido extraer la tesis principal de la novela plasmando lo que Burgess escribió en su día con total fidelidad por lo que al ambiente, lenguaje –el nadsat, mezcla de caló y argot callejero de Londres- y mensaje respecta. La única cosa que Kubrick cambió es el final: mientras que en el libro Alex renuncia a la ultraviolencia y forma una familia casándose; en la adaptación cinematográfica la última frase que dice el protagonista es “I was cured allright” (estaba perfectamente curado) refiriéndose a que vuelve a ser él mismo, el “malo” para algunos, y la víctima para otros; al fin y al cabo vuelve a ser Alex, ese joven libre que se nos presenta al inicio.
La Naranja Mecánica es una película transgresora, paradójica, sórdida y polémica; totalmente imprescindible y única.

'Nip/Tuck': innovando a golpe de bisturí



Por Anna Sánchez
Nip/Tuck es una serie de la Fox que rompe moldes en el panorama televisivo mundial. En una sociedad donde el morbo por lo escabroso es creciente nace este drama televisivo que muestra “en vivo” las operaciones de cirugía estética más complejas y a la par más curiosas.

Bajo el disfraz de producto foxiano habitual se esconde un arriesgado proyecto que va más allá de la simple serie coral de personajes. En este caso Nip/Tuck ofrece no sólo personajes complejos que evolucionan continuamente (y de manera excelente) sino que también brinda grandes dosis de intriga, drama y sexo, todo esto envuelto por una fotografía y un guión más que destacables.

Por otra parte, el toque americano, así como sus estereotipos, están presentes en todo momento. Con decir que el hilo argumental de la serie es la cirugía estética en la costa este de Estados Unidos sobran las explicaciones. Los actores Dylan Walsh y Julian McMahon encarnan a Sean McNamara y Christian Troy, los dos cirujanos plásticos más exitosos de Miami South Beach. Su empresa McNamara/Troy va viento en popa y ayudan a muchos pacientes a sentirse más bellos. Pero a la vez ambos pasan la crisis de los cuarenta, intentan enderezar sus carreras y sus vidas personales (Sean y su familia, Christian y sus líos sexuales). A priori puede sonar a típica serie donde un protagonista es el malo o el payaso tonto y el otro es el bueno o el payaso listo; no se dejen influir por los prejuicios, Nip/Tuck es asombrosamente más compleja.
En lo referente al guión, la trama principal, como en muchas de las series gremiales de hoy en día, es el caso de cirugía (el unique selling preposition de la serie) que tienen que realizar en cada capítulo. Esta trama es la principal pero no la más importante. Existen muchas subtramas de amor, amistad y aprendizaje que refuerzan la trama principal y son mucho más relevantes. Nip/Tuck usa mucho la multitrama ya que hay conexiones constantes entre capítulos, e incluso tramas que quedan abiertas y aparecen dos o tres capítulos más adelante cuando parecían haberse cerrado.

Drama, misterio, ironía, amor y sexo en un cóctel explosivo a golpe de bisturí.

...Lo más real del cine negro...Lo más de Al Capone


Por Lulú Sánchez

Sin un mejor Al Capone que Robert De Niro y con una de las historias más reales en la línea del cine negro, Brian de Palma y sus Intocables se preparan para dar una vuelta al pasado y retomar aquellos bríos que los convirtieron en imprescindibles para la historia del séptimo arte desde el 1987 de su estreno.
Con la noticia de que De Palma pretende empezar a rodar en junio la “precuela” de aquella revancha entre policías y gangsters en el Chicago de los años 30, salta la duda y el temor del famoso dicho de las segundas partes.

Teniendo como referencia la última cinta de De Palma, La Dalia Negra –y la que aún está en proceso de preproducción Toyer-, los aficionados y fervientes seguidores del cine negro empiezan a impacientarse con la caña de sus preguntas.

¿Podrá De Palma saborear dos veces las mieles de ese éxito tan contundente?, ¿estará Robert De Niro para reencarnar a un joven Al Capone después de 19 años?, ¿se podrá recuperar una laureable actuación como la de Sean Connery encarnando al gran héroe Jim Malone?.

Y aunque todavía no se dan a conocer los detalles del reparto o del staff, seguramente no será tarea fácil superar aquellas 17 nominaciones alrededor del mundo y los nueve premios -entre Grammys, Óscares, BAFTA y demás- que fueron otorgados en su mayoría a la banda sonora de Ennio Morricone y a la actuación de Sean Connery.

Según publicó Internet Movie Database el pasado 31 de octubre, los encargados del guión de este nuevo encuentro con Al Capone serán Brian Koppelman y David Levien, y saldrá a la luz en el 2008.

De aquellos primeros Intocables…
Un retrato realista del gran jefe de la mafia que dominó Chicago, en la época de la Ley Seca, y su enfrentamiento con el policía que se impuso la promesa de terminar con él, conforman la trama de esta mítica cinta que se convirtió en una de las más famosas del género del cine negro.

Contando en el reparto con De Niro, Connery, Andy García y Kevin Costner, Los Intocables se convierte en admirable no sólo por sus actuaciones, sino también por su guión y sobre todo por su banda sonora, creada por uno de los compositores de bandas sonoras más importantes del siglo XX, el italiano casi octogenario Ennio Morricone.
Sin duda una obra que será difícil mejorar.

FECINEMA '06: Manresa, capital europea del cine negro




Por José Palacio

El Festival Internacional de Cine Negro de Manresa celebró su octava edición del 15 al 19 de noviembre, convirtiéndose en una referencia del género tanto en España como en Europa. El Fecinema está especializado en el género negro en el sentido más amplio, abarcando policíaco, drama criminal, thriller e intriga. Se proyectaron un total de 43 películas, nueve de las cuales formaron parte de la Sección Oficial de Cine Negro y optaron al Premio Plácido de Plata. El resto correspondió a las secciones de Cine Fantástico, Pantalla de Actualidad y Retrospectivas; también entraron en competición nueve cortometrajes finalistas de género negro.

La presente edición ha ofrecido una programación de gran nivel, consolidando la apuesta iniciada hace dos años por la producción cinematográfica europea, dominando en la pantalla títulos que difícilmente se pueden encontrar en el circuito comercial.

La octava edición ha tenido cinco jurados que otorgan el Premio Plácido de Plata a la mejor película de género negro (presidido por el crítico cinematográfico Carlos Pumares), el Plácido Joven, El Plácido al mejor corto de género, el Plácido al mejor guión original e inédito, y el Plácido al mejor cómic de género negro.

En la programación del Off Festival, actos paralelos al festival. Entre ellos hay que destacar la organización de una mesa redonda sobre el momento actual del cine en Cataluña, la ya célebre cena negra, y la exposición dedicada a la figura de Sherlock Holmes.

De las nueve películas que optan al premio principal, abrió el certamen La Caja de Kovac, coproducción entre España y el Reino Unido y dirigida por Daniel Monzón. Bajo la reconocida influencia de Hitchcock y ambientada en la isla de Mallorca, la película está interpretada en los papeles principales por Timothy Hutton y Lucía Jiménez. El guión lo firman el propio Daniel Monzón y Jorge Guerricaetxevarría, uno de los escritores predilectos de Álex de la Iglesia. Cuenta la historia de un escritor norteamericano de ciencia-ficción (Hutton) que es invitado a la isla para dar una conferencia, pero se verá envuelto en una historia de misteriosos suicidios inducidos.

El jueves 16 le tocó el turno a Wanted (Crime Spree), una coproducción entre EE.UU., Canadá, Francia y el Reino Unido. Dirigida por el californiano Brad Mirman, narra los avatares de una banda de vulgares rateros franceses que tienen la mala suerte de robar al capo de la mafia de Chicago. A partir de ahí comienza una huida fraticida, escapando no sólo de la propia mafia sino también del FBI. Se trata de una comedia negra y ácida protagonizada, entre otros, por Gerard Dépardieu, Johnny Hallyday y el inimitable Harvey Keitel.

El mismo jueves se proyectaron otras dos películas a concurso. Una es Quelques jours en setembre, coproducción a tres bandas entre Francia, Italia y Portugal, en la que el argentino Santiago Amigorena propone la intriga de diez días que van del 1 al 11 de septiembre de 2001. Posteriormente, los hermanos Aki y Mika Kaurismaki, los directores más internacionales del cine finlandés, presentaron Lights in the dusk, que completa la trilogía del perdedor iniciada con Nubes pasajeras y Un hombre sin pasado. Es la historia de un guardia de seguridad solitario y arrastrado por una mujer fatal, hasta que es culpado de un atraco. Todo ello con la desolada Helsinki de fondo.

El viernes se proyectó la portuguesa Un tiro no escuro, de Lionel Vieira, con Joaquim d´Almeida haciendo de policía duro y la bella brasileña Vanessa Mesquita, que se enfrenta al secuestro de su hija en el aeropuerto de Rio de Janeiro.

De la desconocida cinematografía belga nos llega The Wedding party (Die Bluthochzeit), obra de Dominique Deruddere, que fue premiado en Donosti por la adaptación de Crazy love de Bukowski. Se trata de una obra coral en la que el humor negro es el protagonista, y donde los invitados a una boda intentan acabar con los resentimientos en una confusa ceremonia.
El viernes se cerró con la proyección de Unknown del director colombiano Simón Brand, que lleva al cine la novela de Jorge Franco Paraíso travel. Su entrada en Hollywood es por la puerta grande, con una película producida por Miramax y protagonizada por James Caviezel, que lleva completamente el peso del film. Unknown es un ejercicio claustrofóbico, en el que a cinco hombres a los que se les ha borrado la memoria son encerrados en un almacén, para protagonizar un juego diabólico.

El sábado se inició con una producción entre Francia y Georgia de la que resulta la sorprendente 13 Tzameti, del director Gela Babluani, un relato kafkiano cada vez más inquietante, y en el que un perdedor llamado Sebastien se gana la vida arreglando tejados. Pero un día, en una de las casas donde trabaja, encuentra un sobre que cambia el curso de los acontecimientos. Fue premiada en el Festival de Sundance por su originalidad, su excelente banda sonora y por la fantástica fotografía de Tariel Meliava.
Posteriormente, el australiano Philip Noyce – autor de la sorprendente adaptación de Graham Greene El americano tranquilo- presenta Catch a Fire (Atrapa el fuego), que cuenta la conmovedora historia del viaje hacia la libertad de un héroe sudafricano. Este thriller político transcurre a principios de los ochenta, y está situado en Sudáfrica en una época dura y turbulenta de su historia. Tim Robbins es Nic Vos, un coronel del Departamento de Seguridad, y vuelve a llenar la pantalla con su fuerza y clase.

La última de las películas a concurso que se proyectó es una de las favoritas de la crítica. Se trata del último trabajo del francés Claude Chabrol, L´ivresse du pouvoir, protagonizada por la inimitable Isabelle Huppert. Nos habla de un reciente caso de corrupción sucedido en Francia, conocido como el ELF. A la magistrada Jeane Charmart se le asigna un caso extremadamente complejo de malversación de fondos públicos, y a medida que avanza la investigación sale a la luz una trama de fraude en la que se ven envueltos ministros, altos ejecutivos y jueces.

Por último, destacar que se le entregó el Plácido de Honor del FECINEMA 06, que reconoce una trayectoria profesional, al director Imanol Uribe, del que la organización resalta la solvencia con la que siempre ha tratado el género negro.
Uribe, uno de los directores españoles con más reconocimiento internacional, se inició en las estructuras del género con documentos tan directos como El proceso de Burgos, y La fuga de Segovia. Después adaptó al cine tres películas de escritores del género como Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín y Juan Madrid, rodando las películas El caballo y el mono, Días contados y Extraños. Posteriormente llevó al cine una obra del académico Antonio Muñoz Molina, Plenilunio. Todas ellas son muestra de la enorme labor de Uribe, que no sólo explica historias negras, sino que, a través de ellas, se adentra en las estructuras de la sociedad que nos rodea.

domingo, 12 de noviembre de 2006

¡Salve, Scarlett!

Por Carolina Braga

Una rápida ojeada a la cartelera de cine es bastante para darse cuenta de que la actriz americana Scarlett Johansson ya no figura entre las promesas de la generación de artistas nacidas a mediados de los años 80. Ya es estrella, disputada por directores y así capaz de estar al mismo tiempo en dos películas recientes, de géneros distintos y de cineastas respetados como Brian de Palma (La Dalia Negra) y Woody Allen (Scoop). Sin contar que la rubia también pone la cara entre las novedades en DVD ya que es uno de los puntos fuertes de Match Point, también de Allen.
Uno podría preguntarse: “¿Qué hay de inédito en eso?”. De hecho pocas cosas, pero importantes. Scarlett Johansson cumple 22 años el próximo 22 de noviembre y hasta ahora tiene una filmografía envidiable – ya son 23 películas en su haber , tres nominaciones al Globo de Oro, dos al inglés Bafta (ganó uno) y más de seis filmes por venir. ¿El más importante? No es exactamente coherente en sus elecciones, pero ha acertado y es la prueba de que es una chica versátil.
En poco tiempo Johansson mostró ser capaz de hacer dramas históricos (La Dalia Negra, Girl with a pearl earring, A good woman), enredos contemporáneos (Match Point, Lost in translation), doblaje (The SpongeBob Squarepants Movie), guiones fantásticos (The island) y hasta aquella comedia romántica más sencilla (In good company, A love song for Bob Long). Es cierto que unas pelis mejores que otras, pero ya se puede notar que, de hecho, es actriz y no solo una carita bella, producto de una industria fuerte como la del cine.
Scarlett Johansson fue actriz revelación en 2003, tras la participación en Lost in Translation, película de Sofia Coppola, en la cual compartió escena con Bill Murray. El mismo año, fue la musa de Vermeer en Girl with a pearl Earring, guión basado y ambientado en el siglo XVII y dirigido por Peter Webber. Con apenas 19 años concurrió con ella al Globo de Oro y, así, su nombre llegó a las portadas.
A pesar de su corta edad, el éxito le llegó después de nueve años de carrera. Su estreno oficial fue en 1998, como Grace en The Horse Whisperer de Robert Redford, pero antes, en 1995, fue la hija de Sean Conery en Just Cause.
Como se ve, creció en el mundo del cine pero no llegó a estudiarlo formalmente. Scarlett Johansson es hija de un arquitecto danés y de una polaca. Nació en Nueva York en otoño de 1984. Se formó en América pero cuando intentó ingresar en la Facultad de Artes de su ciudad natal no fue aceptada. Era justo el año 2003 y, utilizando la metáfora de Match Point, la suerte estaba de su lado.
Ahora el título académico no hace falta. Ella rechaza papeles como el de Misión Imposible III por problemas de agenda y sigue con su bienvenida variedad de mujeres. Además del trabajo como actriz, hay que decir que en cada nueva peli se puede ver que la madurez le sienta muy bien (¡que lo digan los hombres!).
En enero llega a España The Prestige, donde hace de Olivia Wenscombe en el trabajo del director Christopher Nolan. ¿Llegaremos a tener tres veces a Scarlett en cartelera?

'Sin city': un cómic que deconstruye el cine negro



Por M. Elena Vallés Riera
Robert Rodríguez fue capaz de convencer hace dos años a uno de los maestros del cómic actual, Frank Miller, para trasladar al celuloide su Sin City a base de crear planos deudores de las viñetas y una estética lo más fiel posible al original en papel. De la sinergia de ambos a la que hay que añadir la colaboración de un íntimo del director, Quentin Tarantino, nacieron 124 minutos de un cine de formas, de atmósfera, de rostros impactantes, de acción desproporcionada y quizás de violencia excesiva.

El mundo que se nos plantea en la cinta es tenebroso, corrupto, donde la ponzoña moral afecta a todos los estamentos de la sociedad, ya sea la clase política, el clero o la misma policía. Un mundo en el que tan sólo algunos inadaptados intentarán hacer justicia a su manera.

La ambigüedad moral de los héroes del cómic, la violencia y la estética expresionista de la película beben directamente del cine negro y del thriller de acción. Es más, Sin City es la culminación de una serie de largometrajes que han dado forma a cierto film noir que, nacido de la estela de Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992), han construido un universo cuyos pilares fundamentales son la deconstrucción y desmitificación del cine negro clásico y un cierto gusto por las viñetas de serie negra o pulps. Y digo culminación porque de momento los rasgos característicos de este género nunca habían sido llevados a tal hiperbolización en la historia del cine. Hipérbole, que no parodia, dado que la coherencia entre fondo y forma en la película consigue la complicidad y la aceptación de verosimilitud por parte del espectador.

Los personajes son arquetipos llevados a la máxima expresión: tipos duros que buscan su propia identidad constantemente, tratando de tomarse la justicia por su mano en la ciudad del pecado. No puede faltar la chica rubia y explosiva, la femme fatale que necesita que el bueno la salve y que siempre está pidiendo fuego para encender el cigarrillo que sostiene entre sus labios. Los diálogos están cargados de escepticismo, dureza y no falta el humor cínico. El reparto está plagado de nombres conocidos: Bruce Willis, Clive Owen y Benicio del Toro, entre otros. Espléndido, un Mickey Rourke que es quizás el que aporta mayor carisma al personaje de Marv, un esquizofrénico con la condicional y de físico desagradable que decide vengar la muerte de una prostituta, Goldie, que se ciñó únicamente a ser amable con él.

La narrativa de la película adopta la forma de lo que podríamos llamar estructura de “vidas cruzadas”. Sin City engloba diversas historias independientes, de diferente extensión y que tienen lugar en la oscura y violenta Basin City. Este escenario cuenta con una serie de personajes y ambientes recurrentes, de entre los que destacan dos: el mundo de las prostitutas y el garito nocturno Kadie’s.

Las virtudes de la película son básicamente estéticas, al basarse lógicamente en una adaptación de las ilustraciones de Miller. Destaca la puesta en escena siempre en lugares siniestros, escondidos y en los que en numerosas ocasiones llueve. Todo con una estética muy expresionista, con ángulos extremos que marcan el juego de claroscuros y sombras y que ayudan a caracterizar psicológicamente a los personajes y las situaciones en las que se encuentran. Los primeros planos y los contrapicados dotan al texto cinematográfico de una atmósfera asfixiante que no deja prácticamente descansar la mirada, ya que los planos abiertos, simplemente, no existen. Por ello, cabe decir que el expresionismo de Rodríguez es un recurso con significado dentro de la película ya que se asocia directamente con el clima de violencia e insalubridad moral.

En este sentido, las dos primeras historias son más efectivas que las dos últimas, en las que la verborrea excesiva y la voz en off del protagonista masculino pueden distender en exceso la atención del espectador.
En pocas palabras: una visión apocalítica y amoral de la sociedad junto a personajes insensibles y que actúan para sobrevivir en la ciudad del pecado.