Por Anna Sánchez
La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange) es una de las obras maestras del cine del siglo XX. Este film es la adaptación cinematográfica de la novela de Anthony Burgess. Dirigida magistralmente por Stanley Kubrick y protagonizada por el entonces joven actor inglés Malcolm McDowell, esta sátira social y política se estrenó rodeada de una fuerte polémica debido a su alto contenido violento y sexual. Tanto es así que fue vetada en muchos países -incluyendo España- por los gobiernos de la época. En Inglaterra fue el propio director quien hizo que la retiraran de la cartelera y, tras su muerte, sus familiares mantuvieron la petición.
Kubrick narra la historia de Alex, un adolescente socialmente inadaptado que recurre a la ultraviolencia -peleas continuas, robos, violaciones y de más- como modo de diversión. Alex pretende “reinventar la sociedad”. La película da un giro cuando el protagonista es detenido y sometido por el Estado a un brutal tratamiento para paliar su delincuencia. Los resultados de dicho método -Ludovico se llama el tratamiento- suprimen el libre albedrío despojando a la persona de toda libertad de elección. Los síntomas del experimento llevan a Alex a sentir náuseas frente a cualquier forma de violencia o agresión. Tras esto, ya es una persona aparentemente adaptada a la sociedad pero en realidad no es más que una marioneta en manos del Estado que le usa con fines políticos cuando se acercan elecciones.
El verdadero debate, según el propio director, radica en la siguiente cuestión: ¿Qué es peor, elegir el Mal libremente, o que te impongan el Bien “a cualquier precio”? Para el Estado todo vale con tal de limpiar su imagen de corrupción; no les importa destruir a Alex si eso hace que se rehabilite aunque se convierta en una especie de sub-humano sin libertades, o por lo menos ése es el mensaje que el director pretendía expresar.
La Naranja Mecánica es una joya visual que deleita a los sentidos con su estética surrealista, pop y casi futurista. También cuenta con una banda sonora de excepción formada por grandes mitos de la música clásica como Beethoven. Estos elementos sumados a la impecable actuación de McDowell y el uso de la técnica de Kubrick hacen que esta obra sea irrepetible.
El film trata muy a fondo temas tabú como son el sexo o la violencia, pero lo hace sin caer en el morbo que podrían conllevar; no vemos una gota de sangre ni una escena de sexo explícito más que en una ocasión y a cámara rápida.
A Clockwork Orange era un proyecto arriesgado para el director, pero ha sabido extraer la tesis principal de la novela plasmando lo que Burgess escribió en su día con total fidelidad por lo que al ambiente, lenguaje –el nadsat, mezcla de caló y argot callejero de Londres- y mensaje respecta. La única cosa que Kubrick cambió es el final: mientras que en el libro Alex renuncia a la ultraviolencia y forma una familia casándose; en la adaptación cinematográfica la última frase que dice el protagonista es “I was cured allright” (estaba perfectamente curado) refiriéndose a que vuelve a ser él mismo, el “malo” para algunos, y la víctima para otros; al fin y al cabo vuelve a ser Alex, ese joven libre que se nos presenta al inicio.
La Naranja Mecánica es una película transgresora, paradójica, sórdida y polémica; totalmente imprescindible y única.
No hay comentarios:
Publicar un comentario