domingo, 25 de febrero de 2007

'La vida de los otros' ('Das Leben der Anderen'). Represión en nombre del estado



Por Jose Palacio

La vida de los otros, opera prima del alemán Florian Henckel von Donnersmark, es una mirada y una reflexión sobre el sistema de espionaje de la antigua Alemania del Este, uno de los más exhaustivos y longevos que había en el mundo durante los últimos años de la Guerra Fría. Más de doscientas mil personas de la extinta RDA trabajaban para la Seguridad del Estado (Stasi), sometiendo a vigilancia y seguimiento a muchos de sus ciudadanos. Diecisiete años después de la caída del muro de Berlín, es la primera vez que ha sido objeto de examen en el cine.

La película narra la historia del capitán Gerd Weisler (Ülrich Mühel), un oficial muy comprometido con la Stasi, la policía secreta del régimen comunista de la antigua República Democrática alemana. En 1984 le encomiendan que espíe a la pareja formada por el prestigioso escritor Greg Dreyman (Sebastian Koch) y la popular actriz Chista-Maria Sieland (Martina Gedenk). En un país dominado por el espionaje, cualquier excentricidad o comportamiento sospechoso hacía que la policía secreta clasificara a una persona como “los otros”, a los que se espiaba, interrogaba y detenía. Hasta ese momento Weisler se muestra como un funcionario eficaz y al recibir el encargo cree que será un trabajo más en benefecio del Estado, pero se equivoca. En un principio, las vidas bohemias de los artistas encajan con la línea del partido y no encuentra mancha alguna en sus comportamientos. El punto de inflexión de la película se produce con la muerte de Jerska, un dramaturgo amigo de Dreyman (Volkmar Kleinert). A partir de ese momento, tanto el propio Dreyman como su desconocido espía empiezan, de forma paralela, a cuestionar el funcionamiento opresivo y corrupto del Estado socialista alemán. Dreyman intenta hacer llegar la realidad del país a la Europa Occidental, mientras que Weisler decide no informar acerca de los nuevos movimientos de su vigilado.

Desde la soledad de su escondite, el capitán reflexiona acerca del sinsentido de su vida solitaria y siente admiración por la vida de Dreyman, de sus deseos, de la relación con su novia, de sus problemas. La mirada perdida de Weisler, encarnada de forma solemne por Mühe, refleja el desconcierto que le han provocado sus últimas investigaciones, que revelan los comportamientos corruptos de sus superiores, a los que él ha servido con absoluta lealtad, sin cuestionarse la sinrazón de la política del miedo.

La película tiene una gran tensión emocional y estéticamente es muy coherente. La trama tiene una gran fuerza narrativa sin duda producto de la devoción que siente Henckel por la literatura narrativa europea (Thoman Mann, Tolstoi, Dostoyesvski), por encima de cualquier influencia cinematográfica. El contexto histórico aparece como marco a la hora de situar a los personajes, pero no entra en detalles sobre hechos políticos relevantes que sucedieron durante esos años, para que la estructura del film no se resienta.

La música emotiva e intensa de la película es obra de Gabriel Yared. Antes del rodaje ya había compuesto la Sonata para un buen hombre que toca Dreyman. Sebastian Koch que encarna al personaje del escritor dijo que sólo después de oír esa pieza entendió realmente cómo interpretar al personaje. La interpretación profunda y hierática de Koch contrasta con la emoción y los cambios de estado de ánimo que afectan a la actiz interpretada por Martina Gedek.
Explica Florian Henckel von Donnersmarck que los recuerdos de infancia relacionados con sus visitas a la antigua Alemania Oriental han ayudado a construir el miedo que, por primera vez, vio en sus padres, y las emociones de sus familiares, que se sentían dañados cuando recibían la visita de alguien que venía de Occidente. La principal preocupación del realizador era saber si la sociedad alemana estaba preparada para afrontar la política de la Stasi, tan sólo diecisiete años después de la caída del Muro de Berlín. Pero la sociedad alemana ha vuelto a demostrar su enorme madurez para revisitar su pasado más gris y oscuro. Para su sorpresa, “a menudo, nos encontrábamos con víctimas de la Stasi en las proyecciones y comentaban lo encantados que estaban con la película. Nosotros estábamos encantados de no haber insultado o atacado a nadie en sus biografías”.
La vida de los otros se encuentra entre las nominadas al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Además, la cinta ha obtenido tres premios de la Academia del Cine Europeo, mejor película, mejor guión y el de mejor actor principal, para Ülrich Mühe.

lunes, 19 de febrero de 2007

'Las mantenidas sin sueños'






Por Lulú Sánchez
En la interminable fila de jóvenes en el paro de la Argentina del 2001, estuvo esa generación que se limitó a darle la espalda a la tremenda crisis que se dejó venir. De esta Argentina es de la que mamó la generación de las Las Mantenidas sin Sueños.
Una joven madre que, sin posibilidades ni ganas de ser parte del reducido número estadístico del PIB argentino, se limita a estirar la mano para hacer uso de los recursos de su madre, mantener sus vicios y de paso mantener a una pequeña niña de diez años que también ha perdido los sueños, pero no la responsabilidad de cuidar a su madre.
Nada que planear para el siguiente día. Nada que esperar de algún punto cardinal. Nada en que pasear las ilusiones. Nada que soñar cuando la cocaína, un embarazo inesperado, un parto y el mundo femenino están dentro del mismo paquete.
Ésta es la historia que los cineastas argentinos Vera Fogwill y Martín Desalvo recrean en la cinta Las Mantenidas sin Sueños, ganadora en varios festivales internacionales de cine, desde aquel 2004 en que se vio proyectada por primera vez.
Aún queda en la memoria de quienes, en uno de los festivales fílmicos mexicanos, causó revuelo tanto por la historia, los personajes –en especial la pequeña Eugenia- y la manera de contarla, sin dejar de lado la banda sonora que estuvo en manos de la agrupación Babasónicos –agrupación perteneciente a la llamada vertiente sónica, que de por sí cuenta con su prestigio en América Latina y que embona perfectamente con la estética de esta cinta-.
En aquel festival mencionado, del año 2005, la sorpresa en la crítica no se dejó esperar y fue galardonada con el premio de Mejor Opera Prima. Otra de las sorpresas fue saber, por voz de la propia Fogwill, que la copia ahí presentada era la única. La financiación sólo había alcanzado para la cinta original y sería esa misma la que estaría circulando por los diferentes festivales del mundo, en espera de más financiación para lograr el objetivo de cualquier obra del séptimo arte: estar en cartelera.
Es hasta ahora que llega a las carteleras de España. Y, por lo pronto en Barcelona, es tan sólo en una sala en la que se puede apreciar esta obra maestra del cine latinoamericano.

Se dice que una constante en el cine de mujeres es que se produce en primera persona. Esta cinta quizá no sea la excepción ya que además de su detallada dirección, Fogwill se encarga también de uno de los papeles protagónicos de la cinta.
Es imposible, además, dejar de lado la actuación de Lucía Snieg, quien interpreta el papel de Eugenia, la petisita hija de Florencia (Vera Fogwill), que con dotes de niña prodigio va sacando adelante a su madre de los vicios del alcohol y la cocaína. Divertidas, dolorosas y fascinantes son las intervenciones de este pequeño personaje que acreditó varios de los premios otorgados a la cinta.
Dentro del casting también se encuentran nombres de reconocidos actores en Argentina como son Gastón Pauls, Mirta Busmelli, Edda Díaz, Elsa Berenguer y Nicolás Condito. Una pieza para contemplar la belleza, el dolor y la dulzura de una pequeña muestra de aquellas Mantenidas sin Sueños.

domingo, 18 de febrero de 2007

Cine: la ciencia en movimiento




Por María Elena Vallés
Desde sus orígenes el séptimo arte ha sido instrumento de investigación, docencia, comunicación y documentación. Es más, hay algunos a los que se les olvida que el cine nació de un avance mismo de la ciencia. Uno de los tabúes que hay que desechar por sectario es que cuando se habla de cine científico sólo se piensa en filmes documentales. Todo depende de la acepción de cine que se tome. La más amplia aceptaría como película todo registro de imágenes en movimiento, sin tener en cuenta la estructura ni la función estética o ideológica de las mismas. La concepción más restringida demandaría cierta estructura de unos contenidos de tal forma que se tratara de una narración con principio, desenlace o final. Aparte queda el hecho que esos contenidos se basen en hechos reales o ficticios. Lo importante es que el cine científico es el responsable de haber instaurado en el imaginario colectivo una imagen determinada del científico y de su actividad investigadora.

‘Todo es cine científico’
Una constante desde la prehistoria del cine, como invento, fue su aplicación a temas médicos. Por ejemplo, un doctor norteamericano, Oliver Wendell Holmes (1809-1894), dedicó buena parte de su quehacer al estudio de los movimientos de los mutilados en la Guerra de Secesión para poder mejorar las prótesis. En Francia, en el hospital de Salpetriere, el célebre Dr. Charcot solicitó en 1892 la colaboración de otro de los pioneros del cine, Albert Londa, para registrar movimientos patológicos de diversos enfermos psiquiátricos.
Después de la proyección de los Lumière se difunde la técnica, y las aplicaciones del cine a diversos problemas médicos se multiplican.
Eugène Louis Doyene (1859-1916) es quizás el primer cirujano que registra sus intervenciones. En 1902 filma la separación quirúrgica de dos hermanas gemelas. El cine en cirugía es importante porque permite la comunicación a otros profesionales de las técnicas empleadas. Tan pronto como se descubrieron los rayos x, distintos científicos empezaron a desarrollar la Roentgen-cinematografía (procesamiento de imágenes a través de la radiología) y también la cinemicrografía (para filmar microbios, bacterias o parásitos).
Este tipo de cine lo que pretende es comunicar conocimientos a los científicos de la misma rama. Muchas veces se utilizan este tipo de proyecciones en las convenciones científicas para facilitar la comprensión de los fenómenos.
Desde el momento en que se procura adecuar la narración al nivel de conocimientos de un público más amplio, hablaríamos de otro segundo gran tipo de cine: el cine de divulgación o cine documental.
El tercer tipo de cine, el cine de ficción, no es ajeno tampoco al tratamiento de temáticas científicas.

Ventajas y limitaciones de las producciones de ficción científica
En una cultura eminentemente visual como la que vivimos, la sociedad forma cada vez más su idea del pasado y del mundo (también de la ciencia) a través del cine y la televisión, ya sea mediante películas de ficción o documentales.
Sin embargo, estas formas colectivas de conocer la ciencia con frecuencia son ajenas al conocimiento producido por los científicos, aunque esto suele pasar inadvertido para la mayoría de los espectadores.
El lenguaje audiovisual es un sistema de representación de la realidad que nos rodea. Un sistema de representación que genera discursos y otorga significados a los objetos y prácticas de la vida cotidiana.
En este sentido, el lenguaje audiovisual con su incomparable capacidad de representación es también una de las más poderosas tecnologías de poder. Por ejemplo, durante el periodo de la Guerra Fría la maquinaria de Hollywood trabajó concienzudamente para fijar una imagen maquiavélica de los rusos. En este sentido, podemos señalar que las visiones de los científicos son casi siempre heroicas en todos los filmes.
El cine puede ser considerado como uno de los más poderosos factores de creación de actitudes públicas y de difusión de ideas acerca de la ciencia y los científicos. Las imágenes de los científicos y de la actividad científica que pueblan el imaginario colectivo han sido generadas y propagadas especialmente a través de los medios audiovisuales.
Hay que dejar claro también que el cine, en muchos sentidos y sobre todo el de ficción, es una forma de producción de ideas sobre la ciencia que transcurre ajena a la producción científica académica. El cine científico es una forma de aproximación a la ciencia.
El cine serviría para aproximar al espectador un acontecimiento y sus protagonistas.
El séptimo arte es también un agente histórico. Es decir, algunas películas han hecho que la gente se moviera para conseguir algo o que cambiara de actitud ante determinadas cuestiones. Por ejemplo, cabría explorar los efectos sociales que causó la popularización a través del cine de doctrinas científicas, como por ejemplo las investigaciones sobre la conducta sexual de la sociedad norteamericana de Alfred Kinsey (1948-1953), el psicoanálisis y el darwinismo.
A pesar de la censura a la que le sometió el mcarthysmo, la difusión de estas doctrinas por un medio de masas fue determinante para modificar el concepto de normalidad sexual en la puritana sociedad norteamericana de la época. La emisión por televisión en julio de 1982 de un docudrama basado en la historia de Alice Jefferson, una trabajadora británica de 53 años, fallecida a causa de un mesotelioma pleural causado por la exposición al amianto, también fue determinante para promover el debate social sobre los riesgos laborales y los daños a la salud pública causados por este mineral.

Arquetipos cinematográficos del científico
El cine ha ido creando una serie de imágenes sobre el científico que han ido penetrando en el imaginario colectivo de la sociedad occidental.
Dentro del cine de ciencia ficción se puede hablar de seis arquetipos básicos de científico.
Por un lado, se construye la imagen del científico sabio. Aquí el investigador forma parte del imaginario colectivo a través de una serie de clichés que conformarían al científico ideal. Éste sería un hombre dedicado íntegramente a la ciencia, entrado en años, muchas veces recluido en el reducido espacio de su laboratorio, lleno de inventos, tubos y probetas, y que dedicará su existencia al progreso de la ciencia. Por ejemplo, es el caso de Jerry Lewis en El profesor chiflado (1963).
La ciencia ficción ha sabido oscilar entre el elogio hacia los nuevos inventos y creaciones, y el recelo hacia los nuevos factores y situaciones sociales que la tecnología puede suponer, reflejo de la dicotomía social.
La tecnología supone unos riesgos y la ciencia ficción se encarga de crear historias basándose en esos riesgos (que pueden acabar en éxito o fracasar) como pueden ser las armas, los viajes de conquista, las máquinas autómatas, etc.
Thomas Edison fue una de las fuentes de inspiración de las temáticas de ciencia ficción. Edison revolucionó la sociedad a partir de sus invenciones y a pesar de sus errores inspiró en la ciencia ficción la historia de un inventor capaz de crear por sí solo algo capaz de salvar el mundo.
Inicialmente, la imagen del científico estaba anclada en el individualismo, como Edison. Pero con el paso del tiempo, vemos como aparece una variante importante del arquetipo, consecuencia de la evolución real de la profesión, que nos lleva a ver a los científicos agrupados en comunidades y convertidos en funcionarios regulares del Estado. Es el ejemplo de 2001: una odisea espacial (1968) y ET, el extraterrestre (1982). Hay tres variantes de este arquetipo. Por un lado estaría el sabio loco. Existe una legión de científicos dominados por la locura. Son grandes hombres de la ciencia pero que quieren conducirla fuera de los límites establecidos. Una conducción peligrosa que en la mayoría de los casos avanza en paralelo al aumento de su locura y decadencia. Este avance supone un desastre para el protagonista del film o para la humanidad. También supone una lectura negativa de lo que sería la ciencia, nos lleva a pensar en la ciencia como una amenaza.
Entre ellos tenemos los científicos que van contra la ética de la comunidad (son considerados dementes ya que atacan los tabúes de la sociedad), y aquellos que usan sus conocimientos contra la sociedad con fines perversos.
Hay tres que han sido modelos de inspiración para películas posteriores:
El doctor Mabuse de Fritz Lang, un maléfico científico que pretende someter a la humanidad ayudándose de robots humanizados. Mabuse es el prototipo de numerosos personajes posteriores locos y con ansias de poder.
La saga de los Fu-Manchú, conocido como el maligno genio de piel amarilla que combinará sus conocimientos con una gran dosis de crueldad.
El doctor Strangelove de ¿Teléfono rojo?: volamos hacia Moscú (1968) es la encarnación de un fascista contratado por América que se dedica a hacer su lucha particular.
Por otro lado, está el científico experimentador. La ciencia tiene aún demasiados agujeros por investigar y los guionistas se encargan de que sus personajes de ficción lo hagan. Los resultados de las investigaciones dependerán de la moral y la ética del científico que lo haga y pueden suponer la muerte o bien encontrar un remedio a sus problemas o para los problemas de la humanidad.
Este problema o amenaza pueden ser de origen extraterrestre, como en Alien, el octavo pasajero (1979), Planeta prohibido (1956) o El enigma de otro mundo (1951).
El peligro también puede encontrarse en el interior como consecuencia de un error en un experimento que puede convertirse en tragedia. Este argumento fue muy utilizado en los años 50 con las radiaciones que provocan mutaciones, como en La humanidad en peligro (1953), El increíble hombre menguante (1957) y la extensa saga de los Godzilla. No es una coincidencia que este hecho se produzca en la época del temor nuclear y de la Guerra Fría, pero también es posible verlo en producciones más actuales como El chip prodigioso (1987).
De científicos experimentadores se pueden citar los archiconocidos Dr. Jekyll, Frankenstein y Moreau. Otro ejemplo más cercano en el tiempo es el del serio investigador de La Mosca de David Cronenberg.
Por último, está el sabio patriota. Hacen avanzar la ciencia pero siguiendo siempre un código ético. Son patriotas y en la mayoría de casos trabajan para el Estado y tienen gran influencia militar como en el caso del científico de Viaje Alucinante (1966), que seguirá órdenes directas del Pentágono.
Muchas veces aparecen en pantalla trabajando en equipo al servicio de organismos como la NASA o el gobierno de EEUU, como el equipo que establece contacto con los extraterrestres de Encuentros en la tercera fase (1977).
Tal es la capacidad de sacrificio de este tipo de científicos que llegarán a dar su propia vida por una gran causa siempre y cuando estén arrepentidos de su labor como creadores y acabarán muriendo con una sonrisa de autosatisfacción, como en Piraña (1978), La mujer en la Luna (1928) o Cuando los mundos chocan (1951).
Otra imagen del científico es la del malvado o representante del Mal. Para llamar más la atención del espectador, la encarnación del Mal acostumbra a ser humana o, cuanto menos, antropomorfa. Así se da a entender que el Mal está entre nosotros y que de hecho es fruto de nuestra civilización. El mayor peligro deviene cuando el Mal ocupa el cuerpo de alguien. El enemigo de puede convertir en uno mismo como en el caso del Dr. Jekyll o bien encontrarse entre las personas de su entorno como Don Siegel explica en La invasión de los ladrones de cuerpos (1956).
La galería de malos de la ciencia ficción acostumbra a venir determinada por su apariencia física, su vestuario y su escondrijo o base de operaciones. Muchos presentan deformidades físicas, ojos asesinos, cicatrices sospechosas, tics repetitivos, sonrisa estridente, etc... Por ejemplo, el doctor Maligno en Austin Powers es la hiperbolización de todos estos rasgos.
El vestuario del malo acostumbra a valerse del color negro que tanto podemos encontrar en vestidos galácticos, túnicas o modelos medievales. Por ejemplo, Darth Vader (Star Wars), que además lleva guantes negros. También se encuentra este tipo de vestuario en el dictador del Planeta Rojo de Desafío Total (1990).
La madriguera o escondrijo también definen al malvado. Los escondites acostumbran a ser refugios, búnkeres llenos de trampas preparadas para recibir al héroe y que sirven para marcar la personalidad del representante del Mal: su soledad y aislamiento respecto a la sociedad. Ejemplos no faltan: las sagas de Flash Gordon, Fu- Manchú y Batman.
Generalmente, el Mal no se encarna en un único personaje, sino que algunas veces toma la forma de una masa colectiva uniforme, como suelen hacer los extraterrestres de las películas. Es así en Starship Troopers o La guerra de los mundos. Y otras veces se encarna fundamentalmente en la figura de un personaje que será apoyado por una serie de sicarios que lo seguirán allá donde vaya. En algunos casos será un grupo de robots, como en Runaway de M. Crichton.
La caracterización psicológica del personaje del malvado acostumbra a ser lineal, sin demasiada evolución. Es un ser sin escrúpulos y maquiavélico. Algunos hacen lo que haga falta para cumplir sus objetivos y, por tanto, actúan de forma lógica como en los casos del Dr. Mabuse o de Lex Luthor de Superman. Los dos aspiran a conquistar el mundo, cada cual conociendo la posición que ocupa y actuando en consecuencia, según sus medios. También encontramos malos que existen sólo para hacer oposición a los buenos y esta oposición será el motor del film, que generalmente no goza de una gran trama argumental. Casi todos lucharán por conseguir un estatus superior al que se encuentran, envidiando a todo el mundo que los rodea y utilizando recursos de forma inmoral y maquiavélica.
Los malvados más afortunados también gozan en muchas ocasiones de la compañía de bellezas femeninas que los seguirán con los ojos cerrados y encarnarán un papel sumiso ante ellos, cosa que acentuará aún más la soledad y el vacío interior de los enemigos del Bien.
Muchas películas de ficción del cine remiten a algunos asuntos recurrentes en la historia de la ciencia como las relaciones entre poder, ciencia y estado; las relaciones entre ciencia y religión; la función legitimadora de la ciencia o la visión de la ciencia como un proceso social de negociación.

Para novatos en el cine científico
Algunos ejemplos del cine más reciente pueden ayudar a iniciarse en este tipo de cine tan sugestivo:
‘Daens’ (1992)
Ambientada en la última década del siglo XIX, la película cuenta los avata­res de Adolf Daens, un sacerdote que llega a la ciudad flamenca de Aalst donde tiene un hermano que publica El trabajador, un periódico del par­tido católico. El hambre, la muerte y la enfermedad por las calles y los salarios misera­bles de las fábricas del textil donde hay frecuentes accidentes labo­rales y don­de trabajan niños de seis años hacen que el sacerdote publique en el perió­dico un artículo que molesta a Woeste, jefe del partido católico y abanderado de los propietarios de las fábricas. Pero Daens no se echa atrás y la muerte de un niño somnoliento en la fábrica le impulsa a apoyar la huelga espontánea que tiene lugar. Muchos obreros católicos se sienten defrauda­dos por el partido confesional y no aceptan a los socialistas, aunque estén a favor de sus propuestas de justicia social. Daens crea un partido democris­tiano que es apoyado por los liberales y que sufre el boicot del partido cató­lico. Cuando es elegido diputado se enfrenta a Woeste, quien conseguirá presionar a la jerarquía eclesiástica para reducir al silencio a Daens, desle­gitimarle como re­presentante de los católicos y, finalmente, acabar con su carrera política. Pero Daens, después de aceptar la obediencia de sus supe­riores, seguirá al lado de los pobres.
‘Los méritos de Madame Curie’ (1997)
En un destartalado laboratorio de la Escuela de Física y Química de París, dos científicos, Pierre Curie y Gustave Bemont, realizan en precario sus trabajos de investigación. El director de la institución, M. Schutz, obsesionado con conseguir laureles para la Escuela, les proporciona un ayudante: Marie, una brillante estudiante de química polaca. Pronto, la animadversión de Pierre Curie por la joven se transforma en admiración y amor, dando lugar a una de las historias románticas más interesantes de nuestro siglo, y a una relación profesional que descubrió uno de los avances más importantes de nuestro tiempo: el radio y su inmediata consecuencia, la radioactividad.
En este film, el director ha querido plasmar cómo es la revolución científica y también la imagen del científico.
‘El hombre elefante’ (1980)
La película está basada en un hecho real. John Merrick, el “monstruo de la era victoriana”, vivió en el London Hospital hasta su muerte en 1890.
Víctima de una enfermedad incurable, su vida, llena de desengaños e infortunios, ha sido llevada varias veces al cine y al teatro.
Explotado en un circo como si fuera un monstruo, Merrick es descubierto por un médico que le salva de su propietario, un feriante que le ha convertido en un animal. Tras años de humillación consigue descubrirse a sí mismo como ser humano y conoce lo que es ser tratado con la dignidad que se merece. Así, de su deforme máscara, surge una personalidad extrañamente dulce y cultivada. Aun así, la hipocresía de la alta sociedad victoriana, llevada por un equivocado ideal de belleza, permitirá que siga siendo considerado un salvaje.
El film tiene como eje la dificultad de los encuentros con la persona enferma o deforme, con la monstruosidad encarnada. Esta línea juega como metáfora de cualquier encuentro humano con lo diferente pero, de forma muy específica, del encuentro médico-paciente.
‘La historia de Lynchburg’ (1993)
Desde 1905 a 1972, 70.000 ciudadanos estadounidenses fueron obligados a esterilizarse. Eran individuos a los que el Estado consideraba anormales y no aptos para la reproducción. Entre 1927 y 1972 fueron forzados a esterilizarse 8.000 niños y jóvenes. La mayoría de estos casos se dieron en el sanatorio Lynchburg (Virgina), y salieron a la luz en 1980. A raíz de los datos aparecidos en medios de comunicación, un equipo de televisión comenzó a trabajar en su investigación. Su trabajo se resume en el documental La historia de Lynchburg. En él se ofrecen testimonios de los supervivientes de aquella pesadilla y se revelan todos los datos del programa masivo de esterilización en EEUU, en una época en la que muchos se dejaron seducir por la esterilización eugenésica. Escritores como H. G. Wells, George Bernard Shaw y políticos como Winston Churchill creían, como se recoge en el reportaje, que la esterilización mejoraría el vigor nacional y ahorraría millones en asistencia sanitaria. En aquella época, la eugenesia se convirtió en una palabra cotidiana, en una piedra angular de la política estadounidense. 27 estados pusieron en práctica leyes sobre la esterilización. En 1933 Hitler llegó al poder en Alemania y puso en marcha una ley eugenésica. Esta norma (se hizo creer a la humanidad que Hitler fue el precursor de este tipo de leyes) fue sacada de la legislación norteamericana y redactada por Harry Laugthlin.

domingo, 4 de febrero de 2007

'Reefer Madness': el musical más alocado de todos los tiempos




Por Anna Sánchez
Este musical rodado en formato televisivo fue el único de su género que tuvo cabida en el Festival de Cine Fantástico de Sitges debido a su temática y a su visión paródica de la misma. Como su nombre indica, la trama gira en torno a la locura de la marihuana que va haciendo estragos cada vez más divertidos en los protagonistas.

Este musical tiene una historia real que se remonta a 1936 cuando en USA los más conservadores iniciaron un drama educativo llamado Reefer Madness para advertir a los jóvenes y a sus padres sobre los graves peligros del consumo de marihuana. Su discurso apocalíptico y sumamente catastrofista convirtió la película en una de las comedias más populares durante los años 70. Hace unos años, en 1997, Kevin Murphy y Dan Studney tuvieron la genial idea de convertirla en un musical off-Broadway que se ha hecho esperar hasta 2005. Ha valido la pena para ver el resultado final.

A nivel de crítica triunfó en Sundance y fue bastante bien acogido en Sitges a altas horas de la noche cuando lo programaron. Reefer Madness es un constante vaivén de risas, bailes y canciones. Es obligado verlo en versión original ya que, como todos deberíamos saber, no hay nada peor que un musical doblado a cualquier otro idioma que no sea el original, se pierde el 75% de la actuación e interpretación de los actores.
En esta ocasión hay un conjunto de actores sumamente caracterizados y muy bien elegidos, un cásting de lo más acertado sin duda y especialmente en el caso de Christian Campbell que no sólo aporta un físico ideal para su personaje sino una buena voz y mejor interpretación. Chris tiene la carita de ángel premarihuana y la cara más sexual y erótica postfumada.
Con un guión muy ingenioso y unas canciones muy originales Reefer Madness transporta a un mundo aparte donde el espectador (si es o ha sido fumador de maría todavía más) se siente sumamente a gusto rodeado de personajes que le cuentan sus penas y alegrías en un tono totalmente paródico sin discurso moral escondido y sin intención de concienciar o promover la marihuana, sino simplemente queriendo distraer, divertir y parodiar al máximo los estereotipos del camello mafioso que engaña a los jóvenes, de los pre adolescentes que fuman para ligar y, como no, de la locura que conlleva el fumar marihuana. Todo es muy exagerado y dichos estereotipos son llevados al extremo, así los personajes pueden pasar de ser angelitos a ser auténticos adictos al sexo y a fumar.
Cabe destacar dos cosas: el primer momento (ya citado) en que Chris prueba su primer porro y llega la gran transformación. Y por supuesto la figura de Dios parodiada en un reality show emitido desde el cielo en el que hasta el propio Jesús intenta advertir al protagonista sobre los peligros que conlleva la droga. Esta película incluye más de una docena de números musicales y recuerda ligeramente la estética de The Rocky Horror Picture Show (1975). Está recomendada para mayores de 16 años, fumetas o no, que quieran pasar un buen rato y reírse constantemente a la par que gozar de buenas actuaciones y una buena dirección. Eso sí, repito, en versión original.

Óscares ¿sabor tequila?




Por Lulú Sánchez

El cine mexicano no tiene mucho que festejar a pesar de las 16 postulaciones a los Óscares otorgadas a sus tres directores estrella de los últimos años.
El logro acumulado este año por las cintas de los directores Guillermo del Toro, Alejandro González Iñarritu y Alfonso Cuarón han marcado un hecho inédito en la cinematografía mexicana.
Sin embargo los que alardean el nuevo récord del talento mexicano en la respetada Academia estadounidense no son los únicos, ya que también y con la misma fuerza han levantado la mano los que lamentan que estas tres cintas no sean realmente producciones de México.
“La realidad es que no se trata de un reconocimiento para México, sino para los compatriotas con talento que trabajan en otro país y producen sus películas con capital extranjero” declaró tras el anuncio de las nominaciones el presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), Pedro Armendáriz, al diario de la capital Mexicana, La Jornada.
Y es que, si bien la co-producción España – México del filme El Laberinto del Fauno (nominada en seis categorías) otorga cierto mérito al apoyo mexicano, las otras dos: Babel (con siete nominaciones) y Children of Men (con tres nominaciones) son en su totalidad producciones extranjeras.
Se recicla la eterna historia de la fuga de cerebros y la interminable lucha por los recursos y el apoyo a la cultura en México.
Pero ahora que son más evidentes el talento y las ganas de hacer cine, no es posible que sean ignorados.
Y es que no sólo se suman los nombres de los mexicanos involucrados en estas tres cintas, sino además está el empeño de los que trabajaron las más de doscientas películas producidas en el anterior sexenio.
El problema indica un fuerte epicentro en la distribución y exhibición.
Según datos mencionados por el catedrático Jorge Ayala Blanco del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la máxima casa de estudios mexicana, la UNAM, en entrevista en la CNN, tan sólo el 40 por ciento de esas más de docientas cintas han logrado ser exhibidas.
El catedrático habló de una especie de “embargo” en tierra propia.
Otros añaden la falta de incentivos por parte del gobierno. Y a ello agrégenle otras miles de “maravillas” que suelen hacer de México un país de ficción inaudita. Ésta que nutre a sus talentos para no dejar abajo el nombre de su país el próximo 24 de febrero en Los Ángeles.

Con la estatuilla en la mano
El primer y último mexicano en recibir la estatuilla de los Óscar ha sido Gonzalo Gavira, y su equipo de efectos especiales, por su trabajo en la película El Exorcista.
Este año la esperanza de cambiar la historia se multiplica por 16.
Sólo queda terminar de rellenar la quiniela y cruzar los dedos.

'TRECHO'




Por Carolina Braga
Desde Rotterdam*


Inspirado por Guimarães Rosa e Gabriel Garcia-Marquez o cineasta mineiro Helvécio Marins Jr. tem planos otimistas para 2007. Enquanto viaja pelo exterior mostrando os trabalhos realizados pela produtora Teia, de Belo Horizonte, amadurece a idéia e acerta as arestas do que será o seu primeiro longa-metragem. “É um filme que fala sobre o tempo”, adianta.
Fã confesso do sertão, ele faz das histórias que há anos escuta de um falante casal de velhinhos moradores de São Romão, às margens do São Francisco, fonte para uma reflexão sobre o poder de parar o tempo naquela cidade, naquela casa. “Eles são um barato. Ele é ferreiro, ela é curandeira então mexem muito com a minha imaginação”, conta.
Se Helvécio quer parar o tempo na ficção, na vida real o ritmo anda acelerado para ele e para os cinco parceiros fundadores da Teia. De festival em festival a produtora mineira vai se consolidando como uma das mais promissoras empresas de criação cinematográfica brasileira no cenário independente internacional. E olha que tem apenas quatro anos de vida.
Da recente passagem pelo festival de Sundance, nos Estados Unidos, Helvécio embarcou para Rotterdam, onde apresentou o curta Trecho que fez em parceria com Clarissa Campolina na 36ª edição do Festival Internacional da cidade. Até sábado a Teia ainda exibe na mesma programação o longa Acidente, de Cao Guimarães e Pablo Lobato que também estão na Holanda. De lá, os criadores/executivos ainda tem reuniões de negócios na França.
“Já vendemos para TV, aqui na Europa, para o Japão, Canadá, para companhia aérea. É inacreditável. Nunca imaginei vender um filme um dia! É uma coisa que vai crescendo. Acho que daqui a pouco, sem exagero, filme nosso pode estar em cartaz aqui. Vai continuar sendo no circuito alternativo, três, quatro semaninhas e é isso. Não temos pretensões de grandes bilheterias”, aposta. Nem deveriam.
A Teia
A Teia foi criada em 2003 como um coletivo de pesquisa, criação e produção audiovisual e que até então já lançou 30 filmes entre curtas e longas. Além de Helvécio, completam o time de criadores, Clarissa Campolina, Leonardo Barcelos, Marília Rocha, Pablo Lobato, e Sérgio Borges. Todos têm em comum a busca por uma linguagem inovadora.
Talvez por isso a comunicação com o público brasileiro – e mineiro - não seja tão imediata e os trabalhos muitas vezes taxados de “cult” e “experimentais”. É uma questão de escolha: os cineastas da Teia fogem da normalidade. “Somos conscientes do que fazemos. As vezes é difícil falar da Teia como um todo, muita gente acha os filmes parecidos. Comigo é assim: tem que ter uma coisa diferente que eu não vi em nenhum lugar, senão eu me sinto normal demais”, diz Helvécio.
Mas o interessante é que as “anormalidades” sempre ultrapassaram as fronteiras e marcaram presença, por exemplo, em festivais na Alemanha, África do Sul, Canadá, Republica Checa, França, Holanda, Portugal, Suécia e Inglaterra. Para Helvécio o que encanta espectadores do resto do mundo é a simplicidade. “Essa coisa chama atenção principalmente dos gringos. Agora em Sundance as pessoas agradeceram dizendo que estávamos ensinando uma outra maneira de ver o mundo, de fazer documentário, mostrando que existem outras possibilidades e tudo mais ..!”, lembra.
E Rotterdam? “Rotterdam é como se fosse o templo sagrado do cinema de autor. Acho que o que difere de Cannes, Veneza e Berlim é o foco voltado para experimentação e as novas linguagens”, explica Helvécio que confessa não ter expectativas sobre prêmios. “O prêmio já é estar aqui”.
Se é assim, o diretor é pós-graduado no festival Holandês. “Esse é o terceiro ano que eu venho”, conta ele que carimbou o passaporte em 2002 com Dois homens e em 2006 com Nascente. Em 2007 o mineiro traz para a Holanda imagens de estradas, matas, fogo e tudo que encontrou pela frente ao acompanhar a caminhada do nordestino Libério de Belo Horizonte ao Recife.
Trecho, que é definido como um diário imagético e sonoro, foi o curta vencedor do Festival de Brasília e teve apenas duas sessões em Rotterdam. Uma delas foi tumultuada, com problemas no projetor e atraso antes de começar. Mas o público não arredou o pé. “Acho que ele foi tranquilamente o mais aplaudido”. O encontro com a platéia estrangeira, o êxito em mostras internacionais ,tem tudo a ver com a motivação dessa turma mineira. “É um público restrito? É, mas de certa forma você acaba encontrando”.

* A repórter viajou a convite do 36º
Festival Internacional de Cinema de Rotterdam com o apoio da Rádio Guarani.