Por Lulú Sánchez
En la interminable fila de jóvenes en el paro de la Argentina del 2001, estuvo esa generación que se limitó a darle la espalda a la tremenda crisis que se dejó venir. De esta Argentina es de la que mamó la generación de las Las Mantenidas sin Sueños.
Una joven madre que, sin posibilidades ni ganas de ser parte del reducido número estadístico del PIB argentino, se limita a estirar la mano para hacer uso de los recursos de su madre, mantener sus vicios y de paso mantener a una pequeña niña de diez años que también ha perdido los sueños, pero no la responsabilidad de cuidar a su madre.
Nada que planear para el siguiente día. Nada que esperar de algún punto cardinal. Nada en que pasear las ilusiones. Nada que soñar cuando la cocaína, un embarazo inesperado, un parto y el mundo femenino están dentro del mismo paquete.
Nada que planear para el siguiente día. Nada que esperar de algún punto cardinal. Nada en que pasear las ilusiones. Nada que soñar cuando la cocaína, un embarazo inesperado, un parto y el mundo femenino están dentro del mismo paquete.
Ésta es la historia que los cineastas argentinos Vera Fogwill y Martín Desalvo recrean en la cinta Las Mantenidas sin Sueños, ganadora en varios festivales internacionales de cine, desde aquel 2004 en que se vio proyectada por primera vez.
Aún queda en la memoria de quienes, en uno de los festivales fílmicos mexicanos, causó revuelo tanto por la historia, los personajes –en especial la pequeña Eugenia- y la manera de contarla, sin dejar de lado la banda sonora que estuvo en manos de la agrupación Babasónicos –agrupación perteneciente a la llamada vertiente sónica, que de por sí cuenta con su prestigio en América Latina y que embona perfectamente con la estética de esta cinta-.
En aquel festival mencionado, del año 2005, la sorpresa en la crítica no se dejó esperar y fue galardonada con el premio de Mejor Opera Prima. Otra de las sorpresas fue saber, por voz de la propia Fogwill, que la copia ahí presentada era la única. La financiación sólo había alcanzado para la cinta original y sería esa misma la que estaría circulando por los diferentes festivales del mundo, en espera de más financiación para lograr el objetivo de cualquier obra del séptimo arte: estar en cartelera.
Aún queda en la memoria de quienes, en uno de los festivales fílmicos mexicanos, causó revuelo tanto por la historia, los personajes –en especial la pequeña Eugenia- y la manera de contarla, sin dejar de lado la banda sonora que estuvo en manos de la agrupación Babasónicos –agrupación perteneciente a la llamada vertiente sónica, que de por sí cuenta con su prestigio en América Latina y que embona perfectamente con la estética de esta cinta-.
En aquel festival mencionado, del año 2005, la sorpresa en la crítica no se dejó esperar y fue galardonada con el premio de Mejor Opera Prima. Otra de las sorpresas fue saber, por voz de la propia Fogwill, que la copia ahí presentada era la única. La financiación sólo había alcanzado para la cinta original y sería esa misma la que estaría circulando por los diferentes festivales del mundo, en espera de más financiación para lograr el objetivo de cualquier obra del séptimo arte: estar en cartelera.
Es hasta ahora que llega a las carteleras de España. Y, por lo pronto en Barcelona, es tan sólo en una sala en la que se puede apreciar esta obra maestra del cine latinoamericano.
Se dice que una constante en el cine de mujeres es que se produce en primera persona. Esta cinta quizá no sea la excepción ya que además de su detallada dirección, Fogwill se encarga también de uno de los papeles protagónicos de la cinta.
Es imposible, además, dejar de lado la actuación de Lucía Snieg, quien interpreta el papel de Eugenia, la petisita hija de Florencia (Vera Fogwill), que con dotes de niña prodigio va sacando adelante a su madre de los vicios del alcohol y la cocaína. Divertidas, dolorosas y fascinantes son las intervenciones de este pequeño personaje que acreditó varios de los premios otorgados a la cinta.
Dentro del casting también se encuentran nombres de reconocidos actores en Argentina como son Gastón Pauls, Mirta Busmelli, Edda Díaz, Elsa Berenguer y Nicolás Condito. Una pieza para contemplar la belleza, el dolor y la dulzura de una pequeña muestra de aquellas Mantenidas sin Sueños.
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